Pasar del deseo y voluntad a la acción no es fácil porque el cerebro está biológicamente preparado para ahorrar al máximo la energía que consume debido a que necesita mucha para mantenerse vivo. Esto provoca que la mente hará todo lo posible para permanecer en estado de inercia y evitar los cambios.
No basta, por esto, desear o decretar algo. No por esto se va a atraer lo que deseamos. Es necesario romper el comportamiento natural del cerebro, trabajar e intervenir para moverse. El desear o decretar es eso, un buen deseo. Para que se realice hay que actuar, fijarse metas, evaluar, corregir y perseverar todo el tiempo que sea necesario.
Si bastara con orar o decretar para que el universo conspire a nuestro favor, es evidente que el mundo sería distinto y que los gurúes que lo enseñan serían seres muy poderosos en cuanto a realizaciones.
Serval