Los cuentos circulan fácilmente de generación en generación
porque nos gustan las cosas simples, lo romántico, pensar en el amor fácil para
todo el mundo. Imaginamos una vida simple, bella, con la pareja ideal que en
algún momento seguro aparecerá e, incluso, una muerte dulce y un más allá lleno
de esplendor.
Conmigo están aprendiendo (y siempre estarán aprendiendo si
lo quieren) que la vida no es tan perfecta y les voy enseñando a vivirla mejor,
con lo que nos tocó en esta encarnación.
Al comprender las leyes de la vida, su mecanismo y sus
principios, comienzan a manejarla y a construir un destino mejor. Tendrán una
vida menos ilusa y más real, más práctica. Irán descubriendo para qué vinieron
a vivir a esta dimensión. No huyan de la vida real, descubran cómo dominarla.
Los principios universales están en el origen de estos
cuentos de hadas o cuentos “infantiles”. Son el resultado de los arquetipos
descubiertos por los sabios de la humanidad. En un tiempo en que no había
escritura, o si la había eran muy pocos los que podían leer y escribir, las
enseñanzas se transmitían a la gente como un cuento. Así eran fácilmente
asimilables. De este modo fueron pasando de boca a oído,
generación tras generación. No fueron originalmente cuentos infantiles.
Es muy interesante, de verdad, analizarlos en su significado
esencial.
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