Ser
agradecidos a quienes nos hacen un favor por su propia conveniencia no tiene
tanto valor como el ser agradecidos por quienes nos aman y nos comparten sin
esperar nada a cambio. Incluso, agradecer a quienes satisfacen nuestro ego es un
obstáculo para mantener una mayor consciencia espiritual. No basta ser
agradecido. Hay que saber a quién y cómo agradecer.
La
leyenda de los Reyes Magos ha ido perdiendo su significado esencial, aunque
siga siendo algo “mágico” y bonito para los niños de España y de varios países
de América Latina, puesto que son ellos los que traen los regalos de navidad.
Santa Claus corresponde a una figura muy posterior proveniente de los países
anglosajones y popularizado especialmente por la empresa Coca-Cola.
No eran
ni tres, ni eran magos, ni eran reyes. La verdad es que, en la Biblia, el único evangelio que menciona a los
"Reyes Magos" es el de Mateo, en el cual se lee: "Cuando Jesús
nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del Oriente a
Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?
Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle…"
(Mateo 2:1-2).
Los textos bíblicos fueron elegidos arbitrariamente
muchas veces sin ningún argumento ni fundamento religioso, sino que más bien
político. Y, por otra parte, recoge tradiciones orales muy antiguas provenientes
de los pueblos de la antigua mesopotamia. También hay que considerar que las diversas
traducciones (arameo, griego, hebreo, inglés, español) va modificando el
significado. Nunca una traducción es perfecta. De modo que se requiere un esfuerzo
para recuperar el significado esencial de lo que nos aparece escrito finalmente.
El concepto original se refiere a los
sacerdotes o seguidores del zoroastrismo o mazdeísmo, una religión persa
fundada por el profeta Zoroastro; otra teoría señala que se trata de una
versión de la palabra griega magoi, que se refiere a los hombres sabios,
educados e influyentes. No obstante,
dada la antigüedad de la leyenda, lo más probable es su origen persa.
Por otro lado, el evangelio menciona los tres
regalos —oro, incienso y mirra—, pero no señala que se tratara de tres sabios
de oriente los que trajeran, cada uno, un regalo. Fue el papa León I "el
Magno" quien estableció el número de tres para los Reyes Magos.
El posterior tratamiento de reyes se debe al
esfuerzo de la iglesia católica de relacionar el antiguo testamento con el
nuevo, de modo de demostrar que Jesús es el mesías profetizado. En Salmos 72,
10 se lee: los reyes de la tierra se postrarán y le
ofrecerán sus dones.
Volvamos al significado esencial de esta leyenda.
En algún momento se produce la manifestación de
dios, de la conciencia crística o de un ser elevado espiritual hacia parte de
la humanidad. Es lo que la iglesia llama “epifanía”.
Algunos seres humanos están preparados debido a
su mayor experiencia o sabiduría, y a su consciencia centrada hacia lo
espiritual. Ellos son capaces de percibir la presencia de un maestro espiritual
o guía. No tanto por la razón, sino por la intuición. Por eso, ven signos en el
cielo e interpretan una estrella como guía hacia donde tienen que ir. El camino
está señalado por detalles sutiles e invisibles para la mayoría.
¿A dónde van y por qué? Van a manifestar de
manera concreta su agradecimiento a quien o a quienes han contribuido a mejorar
la calidad de sus vidas, a quien o a quienes les han servido de modelo e
inspiración.
Ser agradecido a quien ha iluminado tu vida y a
quien te ha ido liberando del egoísmo, es la mayor bendición que puedes tener en
tu vida. Es una experiencia liberadora y sublime. A un ser superior (o
simplemente un Gerente), no se le va a pedir favores ni prebendas. Al superior
se le sirve y se le ofrenda.
No pueden conocer esta experiencia quienes están
acostumbrados a agradecer favores por conveniencia.
Esta historia representa la verdadera acción de
gracias. Conviene meditarlo al menos cada 6 de enero.
Saludo a la divinidad que hay en ti.
Serval Dion-Fortune
6 de enero
de 2020
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